Amor en estado puro
Nada me molesta más que aprovecharse de la debilidad de los
seres indefensos. Y no me refiero a niños, mayores o animales. Que serían
aquellos a los que consideramos como tales. Me refiero a todo aquel ser humano
que en igualdad o no de condiciones es capaz de darte sus manos para que puedas
comer. Sus ojos para que puedas seguir viendo cada mañana como brilla el sol.
Sus piernas para que sigas caminando. Sus pulmones para que puedas respirar,
sus riñones, su hígado, su médula, su sangre. Cada parte de su cuerpo que
aunque sabe que no será lo mismo seguirá viviendo. Pero los hay de tal magnitud
que en el último momento son capaces de darte su corazón aunque sepa que es su
condena. Y tampoco me refiero a unos padres que darían la vida por sus hijos.
Son esos que creen en el amor, en el de verdad sin tapujos,
entregando,
arriesgando y luchando por lo que aman. Que te quieren, con defectos, con
virtudes, que te defienden y aunque los dañes no se revuelven para morderte.
Perdonadme si os digo que no creo en el Amor. No en ese, pero si tengo el
privilegio de conocer a alguien así. Y hoy he sentido su dolor como nunca,
esperaba su rendición hace tiempo, pero
cuando estaba a punto de claudicar siempre recordaba su mirada. No sé qué
demonio se adueñó de su corazón. Pero alguien así solo merece lo mismo. Hoy vi
el dolor en su rostro, de otro tipo, de estos que te paralizan. Y si yo era
roca hoy soy diamante. Pero también es cierto que me has enseñado que no
importa lo que sientas sea lo que sea. Me has enseñado que tienes que luchar
hasta que ni una sola gota de sangre corra por tus venas. Pero yo quiero
enseñarte que hay que luchar, si, por lo que te haga feliz y no por aquello que
pinta en tu rostro la sonrisa más amarga que he visto. Y no se merece ni tan
siquiera un pelo de tu cabello para ahorcarse. Que más le valdrá cuando se
despierte y vea el ser maravilloso que ha perdido…

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