sábado, 28 de septiembre de 2013

 Llamale Amor.


Desde el principio de los tiempos, nos hemos equivocado. No hemos querido ver la realidad. No queremos ver nuestro interior, nuestra vida, nuestra esencia. Nos empeñamos en ver los demonios de los demás, sus miserias, sus traiciones. Queremos ver nuestra verdad, nuestra razón, nuestra única luz. Todos brillamos en mayor o menor medida; nos vamos apagando poco a poco, porque no somos seres perfectos. En este mundo en que vivimos, sólo nos puede salvar el AMOR.
Pero,...¿qué es? Nadie sabe de él. El amor empieza en uno mismo, y se extiende a todos los demás. Ahí empieza nuestro declive; cuando juzgamos, cuando no sabemos perdonar, cuando nos tenemos que convertir en seres sobrehumanos o superhéroes, que no podemos equivocarnos.
Aquel que ama por encima de todo, tiene la capacidad de perdonar, de olvidar, de empezar de nuevo. Las traiciones no lo son cuando uno reconoce su error, cuando se pide perdón. No es justo, ni de personas leales y llenas de amor, someter a la persona amada y arrastrarse por infiernos y tierras inhóspitas.
El amor siempre da la mano a aquel que se equivoca, aunque duela; porque el AMOR es lo único que nos hace grandes. Y amarnos a nosotros mismos, es demostrar amor a los demás. Miremos nuestro corazón; aislemos todos los demonios y fantasmas que se empeñan en matarlo.

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