Llamale Amor.
Desde
el principio de los tiempos, nos hemos equivocado. No hemos querido ver
la realidad. No queremos ver nuestro interior, nuestra vida, nuestra
esencia. Nos empeñamos en ver los demonios de los demás, sus miserias,
sus traiciones. Queremos ver nuestra verdad, nuestra razón, nuestra
única luz. Todos brillamos en mayor o menor medida; nos vamos apagando
poco a poco, porque no somos seres perfectos. En este mundo en que vivimos, sólo nos puede salvar el AMOR.
Pero,...¿qué es? Nadie sabe de él. El amor empieza en uno mismo, y se
extiende a todos los demás. Ahí empieza nuestro declive; cuando
juzgamos, cuando no sabemos perdonar, cuando nos tenemos que convertir
en seres sobrehumanos o superhéroes, que no podemos equivocarnos.
Aquel que ama por encima de todo, tiene la capacidad de perdonar, de
olvidar, de empezar de nuevo. Las traiciones no lo son cuando uno
reconoce su error, cuando se pide perdón. No es justo, ni de personas
leales y llenas de amor, someter a la persona amada y arrastrarse por
infiernos y tierras inhóspitas.
El amor siempre da la mano a aquel
que se equivoca, aunque duela; porque el AMOR es lo único que nos hace
grandes. Y amarnos a nosotros mismos, es demostrar amor a los demás.
Miremos nuestro corazón; aislemos todos los demonios y fantasmas que se
empeñan en matarlo.
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