El silencio.
No supo cómo había llegado, pero allí estaba en lo alto de
la loma. Todo lo que alcanzaba su vista era impresionante. Bosques de
variedades de árboles que creía extintos, escuchaba los lamentos del viento
que aullaba como poseso de algún dolor
oculto. Se cubrió con las pieles y cubrió sus cabellos canos con la pelliza. Se
dio cuenta de lo extraño de su indumentaria, apenas había reparado en ella
antes, pero le hizo sentir cómodo y cálido. Sus pies estaban cubiertos con una
especie de piel suave y a la vez observó que era impermeable, le recordaba a la
gamuza, pequeños cordones de cuero los ataban, le pareció primitivo su aspecto
y soltó una carcajada, le gustó como sonaba era algo extraña, gutural su
tonalidad y eso le hizo soltar otra, parecía una especie de animal. Se estaría
volviendo loco..!!!. No recordaba haberse vestido así esa mañana. En realidad
no recordaba nada, pero algo le hacía sentir bien. Se volvió hacia el horizonte
y recreo su vista por esa inmensidad. Sentía frio así que decidió colocarse en
un pequeño refugio que vio en la pared de la roca un poco más abajo de donde se
encontraba. Que primitivo le parecía todo, ahora allí metido ya no escuchaba ni
el viento. Una punzada de soledad le pinchó de repente y como había reído hace
un momento ahora lloraba. Se dio cuenta de que esta vez no emitía ningún tipo de sollozo, tan solo resbalaban por sus
mejillas. Buscó a su alrededor, no reconocía nada. Porque lloraba entonces?...
Y apenas sin darse cuenta, pasó su vida ante sus ojos. Su infancia, sus risas,
sus lágrimas, su amor, su tesón, sus decepciones, su angustia, sus batallas. No
le daba tiempo a quedarse con nada, pasaba veloz. Por un momento intentó
aferrarse a algunos de los buenos momentos que pasaban y quedarse ahí pero no lo
conseguía, no tenía control ahora de su mente, recuerdos y más recuerdos
volaban. Y entonces fue consciente que si no existiese la vida, nada tendría
sentido. Lo malo te hace apreciar lo bueno, lo blanco el negro, el cielo la
tierra, la vida la muerte. Las palabras el silencio. El que ahora le rodeaba
ahí arriba, ya no lloraba. Eso forma parte de la vida, esa que tenemos y sobre
la que solo nosotros podemos decidir cómo vivirla. Había comenzado a nevar una
fina capa cubría ya la tierra. Salió de su agujero y volvió la cara hacía el
cielo, los pequeños copos revoloteaban y uno se posó en su frente. Entonces
despertó…alguien le había puesto un beso…